Benditos entretantos

“La vida vuela” solemos decir, especialmente las personas de edad avanzada.

Las horas, los días, las semanas, los meses y los años son como una hilera frenética de la que apenas nos apercibimos si no somos intencionales.

En algunos momentos soñamos oteando el futuro, visualizándonos a nosotros mismos alcanzando nuestras metas personales, familiares o laborales. Otras veces el caos y la desesperación se ciernen sobre nosotros como una neblina gris impidiéndonos ver más allá de nuestras propias narices.

El día a día lo consumimos entre el afán laboral, las extra escolares de los niños, las tareas del hogar o las clases personales de yoga o Pilates, culminando en el fin de semana donde tomamos una bocanada de oxígeno para volver a la carga el lunes por la mañana.

Pero sea como sea, la vida, como un expreso, sigue su rumbo sin que nadie alcance a detenerla.

O sí.

El pasado ya no lo podemos cambiar. Es imposible volver atrás. El futuro, aún cuando nos propongamos los más ambiciosos proyectos o propósitos tampoco nos pertenece porque nadie nos asegura lo que pueda suceder.

No me malinterpretes, no estoy diciendo que no debamos planear. Soy una planificadora nata. Me encanta forjarme metas a nivel diario, semanal, mensual y anual. Pero lo único auténticamente tangible es el presente, escondido en pequeños gestos rutinarios que pueden convertirse en los tesoros de vida más preciados para los que te rodean.

Me he propuesto llenar mi vida de esos tesoros.

Cuando llegan las niñas del cole con su padre y entran en casa, las recibo con la mejor sonrisa y alegría que puedo, y con el perro. A ellas les encanta llegar a casa y ver a Joy asique la bienvenida es un jolgorio que creo que recordarán años después si Dios quiere.

Cada mañana al despertarlas para ir al cole he decidido hacerlo con el suficiente tiempo para no correr ni estresarme, ni sacarlas de la cama a trompicones. No, prefiero, mientras aún duermen, acariciarlas, susurrarlas al oído que son importantes y valiosas y que las amamos muchísimo. Hacerles suaves cosquillas y contemplar cómo abren sus ojos con una sonrisa.

Hemos resuelto, mi marido y yo, desayunar algo ligeros de tiempo, pero los cuatro juntos, y antes de levantarnos de la mesa, hacer una oración familiar para empezar el día.

Me he comprometido a convertir los entretantos en momentos que puedan dejar una pequeña huella de lo mejor de mí en los que más quiero.

Entretanto mi hija mayor recibe una clase el sábado, y mi marido hace unas gestiones, me voy con la pequeña y el perro a tomar unos pinchos por la ciudad para hablar de “sus cositas”.

Entretanto mis hijas están en el cole, aprovecho para realizar toda la carga laboral en la mañana, para cuando lleguen en la tarde, dedicarme en cuerpo y alma a acompañarlas en las extra escolares y tareas del cole.

Entretanto las niñas están en un cumpleaños, mi marido y yo damos un paseo, o salimos con unos amigos, disfrutando de un tiempo de soledad. (Aunque estos entretantos me gustaría que fueran más a menudo).

Entretanto comemos como familia, y apartamos los móviles de la mesa, hablamos y tratamos de comunicarnos lo mejor posible delante de dos pitufinas que tienen cuerda para aburrir.

Entretanto hago una caminata, disfruto de mi perro, contemplo mi precioso entorno berciano y oro.

Alcanzar cimas, acariciar éxitos, lograr objetivos no nos aseguran una vida feliz. Es el camino hacia ellos, aún cuando no los alcancemos, lo que puede marcar una diferencia en nuestra forma de vivir.

“Los que menospreciaron el día de las pequeñeces” dice la Biblia en Zacarías 4.10. Otra versión nos indica: “aquellos que no tomaron en serio los pequeños comienzos”

No menosprecies tus pequeñeces, tus entretantos diarios. Dales valor, invierte lo mejor de ti en ellos, no los dejes pasar… son tuyos, son tangibles, los tienes a tu disposición cada día.

Darle la importancia que merecen puede significar el comienzo de grandes cosas.

Tus pequeños momentos invertidos con tus hijos pueden generar poderosos vínculos afectivos que serán un refugio para ellos durante los años que vendrán.

Tus horas dedicadas sin afán a tus proyectos, poco a poco y sin perturbarte pueden ser el comienzo de una nueva oportunidad profesional.

Algunos de tus rastrojos de tiempo aprovechados en hacer ejercicio pueden repercutir en una salud fuerte que te ayudará a responder ante los desafíos de la edad.

Momentos de comunicación con tu cónyuge, escarbados como sea del día, pueden catapultar tu matrimonio hacia la solidez para que no se derrumbe a la primera de cambio ante los problemas que tratarán de hacerlo tambalear.

Proponte aprovechar tus entretantos. No los dejes escapar. Disfrútalos. Son nuestros, son un tesoro, son una bendición.

Dios te bendiga.

Vanessa Rozas

Foto: Entretanto… me voy con mi pequeñina y el perro de “pinchos” para hablar de “sus cositas.”.

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